La bombarda
 

Recibía también el nombre de estalo, estralo. Para su realización se tomaba un entrenudo de sabugueiro (saúco), de unos 20-30 cms. de largo y de 2 cms. aproximadamente de diámetro, al que se le quitaba la casca, tona o piel. En el extremo anterior, o ligeramente más delgado, se cortaba inmediatamente por debajo del nudo. Luego, con un alambre, de los utilizados para emparrar las viñas, bien caliente y al rojo, introduciéndolo por la parte anterior, se atravesaba de un extremo a otro al objeto de extraerle el sámago o médula, de manera que quedase totalmente libre su interior. Teníamos, así, un tubo hueco, con un extremo sin nudo, el anterior, y otro, el posterior, con nudo, a cuya altura y en su interior se producía un ligero estrechamiento.

Para completar la bombarda era menester hacer una varilla o baqueta, preferentemente de carballo (roble). Para ello, tomábamos un trozo de rama, lo más derecha posible, de un diámetro igual o ligeramente superior al del sabugo y unos 10 cms. más larga que la longitud de la bombarda propiamente dicha, desbastándola por un extremo y en una longitud igual a la existente entre el extremo anterior y el nudo de la extremidad posterior, hasta que cupiese, lo más justo posible, en su interior, quedándonos una empuñadura sin desbastar de unos 10 cms.

Para que esta varilla hiciese más presión y no permitiese la fuga de aire del interior del tubo, se le hacía una moca en el extremo opuesto a la empuñadura, machacándola con saliva contra una piedra. Así teníamos ya la bombarda preparada para su utilización. Unicamente nos faltaban los "proyectiles".

En el mes de marzo florece en los bosques, principalmente en las carballeiras, el gamón (la abrótega), cuyo fruto es una serie de bolas o pellas que conocemos con el nombre de granas, de distinto tamaño.



Una de estas granas se introducía a presión en la boca o extremo anterior del arcabucio, empujándola luego con la varilla, de manera que esta primera grana quedase alojada a la altura del nudo del extremo posterior. Se colocaba una nueva grana e, introduciendo nuevamente la varilla se empujaba con fuerza, con lo cual., debido a la presión del aire encerrado entre las dos granas en el interior de  la bombarda, la colocada en el extremo posterior salía disparada, al tiempo que producía un fuerte estampido.

Si la varilla tenía buena moca, se repetía el disparo sin necesidad de volver a cargar la bombarda, quitando aquélla con rapidez e introduciéndola nuevamente.

La falta de granas podíamos suplirla con las semillas del laurel o papel mojado, haciendo bolas y procediendo del mismo modo que con las granas.

En la escuela generalmente con el tubo del boligrafo de la marca Bic, haciamos también pequeñas bombardas usando como proyectil trozos de papel, hasta que nos pillaba el maestro.

 
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